Con el slogan “de la granja a la mesa” la UE reacciona ante el impacto de la industria alimentaria al medio ambiente.
El Pacto Verde Europeo se trata de una nueva estrategia de crecimiento para la UE con el fin de transformarla en una sociedad climáticamente neutra, equitativa y próspera, a la vez que en una economía moderna, competitiva y eficiente en el uso de los recursos. Esta estrategia fue presentada en diciembre de 2019, por parte de la Comisión Europea, la cual reiteró su empeño en “Convertirse en el primer continente del mundo climáticamente neutro de aquí a 2050”. La UE considera esto como “una oportunidad única para modernizar las economías y las sociedades EU y reorientarlas hacia un futuro sostenible”.
Los alimentos europeos gozan de un gran prestigio por ser seguros, nutritivos y de calidad, pero ahora, con la estrategia del Pacto Verde, la UE da un paso al frente para que la industria sea realmente “sostenible”. Sabemos que es un reto alimentar de forma eficiente a cada vez más personas sin que se cause un impacto negativo en el planeta. Ahora bien, estas medidas son muchas veces vistas por las empresas como requisitos adicionales que encarecen los productos, puesto que, por ejemplo, las empresas europeas tienen la obligación a cumplir con nuevas certificaciones, que hace que sus productos pierdan competitividad.
Ricard Ramón i Sumoy, Jefe de Unidad de Política Agrícola Común (PAC) de la Comisión Europea, explica que “la ambición del Pacto Verde no se hará realidad si Europa actúa en solitario, ya que los factores que provocan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, no entienden de fronteras”. En este sentido, para que esta nueva estrategia tenga éxito, la UE debe convencer al resto del mundo que los acompañen en esta iniciativa a través de inversiones en tecnologías, investigación y servicios de asesoramientos, que sirvan de motores para agilizar la transición hacia el futuro.
De nada serviría que la UE y otros países desarrollados implementen medidas restrictivas que logren el objetivo de emitir solo la cantidad de gases de efecto invernadero que puedan absorber los sumideros, mientras otros actores de países productores no se comprometan a cumplir estas normas ambientales. Estas medidas deben ir acompañadas con restricciones en la importación a países de la UE de productos alimentarios que no cumplan con las normativas exigidas a su industria.