Para establecer una política de reducción de residuos, la primera pregunta que debe hacerse una empresa es: ¿Qué residuos generamos y de dónde proceden? La meta que se debe fijar está relacionada con la capacidad para Reducir, Reutilizar y Reciclar esos desechos y el impacto que estas medidas generan en la reputación y en la concienciación de los empleados.
Un trabajo del BBVA sobre este asunto nos dice que las empresas, más allá de cumplir con normas legales, deben comenzar por concienciar a sus empleados sobre la importancia de conservar el medio ambiente, el impacto que estas políticas o acciones generan en la imagen de la empresa y la preocupación general de la comunidad con los temas de sostenibilidad.
Un plan de residuos debe contar con:
- Fase de Estudio: ¿Qué residuos se están generando?
- Fase de Evaluación: ¿Quién (departamento) y en qué momento se generan estos residuos?
- Fase de Acción: ¿Cómo se pueden reducir y gestionar de forma más eficiente estos residuos?
La estrategia debe comenzar en cómo reducir la generación de residuos y no, como suele hacerse, en gestionar los mismos. La segunda parte se debe centrar en cómo reutilizar esos residuos en procesos productivos (economía circular). Por último, como reciclar o convertir los residuos en materiales que puedan tener un segundo y hasta un tercer uso (abonos, biocombustibles, etc.).
La clave está en concienciar a los empleados en esta materia y para ello se deben:
- Generar espacios para informar sobre acciones de mejora sobre temas de residuos (Ej. cartelerías informativas, papeleras señalizadas). Incluir esta política como un valor en la empresa.
- Fomentar talleres sobre el tema (planificando programas).
- Fomentar actividades dentro y fuera de la empresa, así como compensar o premiar iniciativas.
La gestión de residuos debe utilizarse como una herramienta de marketing para mejorar la imagen corporativa de la empresa. Cada vez más los consumidores aprecian las marcas u organizaciones que son responsables con el medio ambiente. Esto se debe difundir de manera que el público lo perciba como un valor de la organización. Los trabajadores son los mejores vendedores de la imagen corporativa y las empresas con mejores políticas de sostenibilidad son percibidas de manera más positiva por la sociedad.