Este proyecto, convertido en Ley el pasado mes de agosto con la aprobación del presidente Biden, es la mayor dotación en materia de clima e inversiones energéticas en la historia de los Estados Unidos.
Este presupuesto es tres veces más alto (ajustado por la inflación) que la propuesta de “Ley de Recuperación” del presidente Obama en el 2009, aunque es la mitad del fondo de “Infraestructura” aprobado por el congreso de los EEUU el año pasado, que contempla la mitad de los fondos en inversiones relacionadas con temas de impacto climático. Esta nueva Ley se concentra en temas de “desarrollo e investigación a largo plazo de energías capaces de reducir emisiones”, según recoge el texto oficial.
David Wallace-Wells, experto en temas climáticos, afirma que “gracias al cambio tecnológico y el costo cada vez mayor de las energías renovables, un creciente enfoque político y cultural en la descarbonización y una mayor conciencia de los costos de salud pública de la contaminación y las tendencias del mercado para cosas como vehículos eléctricos y bombas de calor, tenemos una visión nueva de la necesidad de inversión. No hace mucho tiempo, el costo inicial de una transición verde parecía casi incalculablemente grande”.
Con la implementación de este presupuesto se estima crear 9 millones de puestos de trabajo nuevos en EEUU y un ahorro de 1.800 dólares en gasto de energía por familia. En EEUU las inversiones en Energías Renovables Limpias se han cuadruplicado desde el 2017. Tenemos ejemplos de países como España que están triplicando su capacidad de generación solar para el 2030. El mundo en general ha multiplicado por cuatro las inversiones en energías alternativas logrando abaratar el costo de las mismas. Por ejemplo, se ha logrado una reducción del 90 por ciento en el costo de la energía solar durante la última década.
Expertos aseguran que EEUU ha logrado disminuir la emisión de carbón en un 20% desde el 2005 y están convencidos que seguirá progresando a mayor velocidad con la implementación de este nuevo plan. Algunos críticos ya comienzan a decir que, si bien esta ley va en la dirección correcta, los pasos son muy lentos si consideramos la gravedad del asunto. Los defensores argumentan que es preferible ir lento que no tomar decisiones a favor de un cambio o transformación radical de cómo producir la energía en un futuro cercano.
Mary Annaise Heglar, una luchadora por el cambio climático, opina que si bien hay que cosas que se pueden hacer mejor, estamos ante “la mayor victoria climática en la historia de EEUU”.