Durante los últimos años, concretamente durante los últimos diez años, hemos visto que las importaciones de langostinos continúan aumentando año tras año. De hecho, la última vez que hubo una disminución en las importaciones fue en 2012, cuando surgió el EMS (Early Mortality Síndrome) y devastó las granjas de langostinos en Asia, particularmente en Tailandia. En ese momento era el principal proveedor de Estados Unidos. De hecho, hasta 2015 vimos importaciones superiores a las de 2011. Desde entonces, cada año hemos establecido récords de importaciones que culminaron en 894.222 TM, coincidiendo aún con la pandemia (2021).
En 2022 hubo resistencia de los consumidores a comprar langostinos y comenzamos a ver cómo las importaciones disminuyeron alrededor de mayo. Los números del 2022 indican un leve descenso en comparación con la demanda del 2021.
Según los datos de Urner-Barry, los precios de los langostinos han disminuido de manera constante desde principios de año 2022. Por lo tanto, no se explica que el precio por sí solo sea la causa de la disminución de la demanda, pero creo que la inflación ha tenido más impacto en los hábitos de compra de los consumidores de lo que se cree.
El consumidor medio sigue viendo los productos del mar, incluido los langostinos, como un artículo prescindible, de lujo, que podría sacrificar de su dieta diaria en caso de inflación o recesión como la que estamos viendo. Los datos europeos, un poco más difíciles de acceder, indican que no hubo variaciones importantes en el consumo de langostinos y se repiten comportamientos de una leve baja en el consumo retail mayoritariamente debido a los efectos de la inflación.