En el 2021, según el cálculo de 238 organizaciones humanitarias, 828 millones de personas no tuvieron suficiente alimentación. El número de individuos que pasan hambre aumento en 46 millones. La inflación es la principal causa que estas cifras se disparen. Si es verdad que la pandemia (Covid-19) ha tenido efectos devastadores para erradicar el hambre, la cruel invasión de Rusia a Ucrania ha empeorado con creces la situación (Ucrania —sus cereales proporcionan las calorías necesarias para más de 400 millones de personas en todo el mundo). Solo este evento, sin contar con efecto que causa a los propios Ucranios, incrementará el hambre mundial en más de 19 millones de personas. Para este 2022 las cifras empeoraron aún más. Se calcula que unos 839 millones de personas en el mundo no pudieron alimentarse dignamente el año pasado, y son 10,7 millones más que en 2021, según las primeras previsiones de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las desalentadoras cifras salen del principal estudio global sobre hambre elaborado anualmente, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 (SOFI, por sus siglas en inglés), publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Uno de los propósitos de las Naciones Unidas (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en el 2015 era “acabar con la inseguridad alimentaria para 2030, mejorar la nutrición y promover una agricultura sostenible”.
Los números de la desigualdad son dispares por continentes. En África, el 20% de la población sufrió hambre en el año 2021, una cifra que cae el 9% en Asia o al 8,6% en Latinoamérica. En América del Norte y Europa, el número se desploma hasta el 2,5%.
Si vemos las cifras solo en la población infantil, los números son alarmantes. Unos 45 millones de menores de cinco años sufren de desnutrición aguda muy grave (emaciación), un mal que incrementa hasta 12 veces el riesgo de mortalidad infantil. Y 149 millones de niños padecen retraso en el crecimiento y en el desarrollo por culpa de tener una alimentación deficiente.
Podemos ver este drama mundial en gráficos:
Vemos como la inflación, los problemas de seguridad de suministros agrícolas (insumos agrícolas: fertilizantes, semillas, pesticidas y energía) de parte de Rusia, Ucrania y China, la prohibición de exportación de rubros como aceites, cereales, pollo, entre otros, de parte de algunos países como Argentina, India, China y Malasia, provoca escasez y aumento en el precio de insumos básicos, y además le sumamos la pérdida de poder del dólar americano (casi un 10 %), como factores para una tormenta perfecta que provoca desabastecimiento y hambre en los países más pobres. La FAO ha contabilizado unos 62 países que ante todos estos factores no solo están comprando menos alimentos, sino pagándolos más caros. La factura de importación para ellos ha subido unos 25.400 millones de dólares en 2022, afectando a unos 1.700 millones de personas. Se estima, por ejemplo, que África subsahariana gaste 4.800 millones de dólares más en importaciones de alimentos, pero que los volúmenes disminuyan en 700 millones de dólares. Y no solo compran menores cantidades, también se centran en lo más básico.
Más del 40% de la ingesta calórica mundial procede de solo tres cultivos (trigo, maíz y arroz), que se producen en unos pocos países y que dominan cada paso de la cadena de valor. Entre ellos: la India, Indonesia, Canadá, China, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Rusia.
Otro factor que se suma a este grave problema es el cambio climático. Este asunto está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes en África Oriental. Observamos que expertos como Mueller, opinan que “es uno de los principales impulsores del hambre”. El hambre provocada por el clima es una cruda demostración de la desigualdad mundial. Lo más triste es que la mitad de la población, la más pobre, un poco más de 3.500 millones de seres humanos, es responsable de menos del 10% de las emisiones de carbono.