Existe una base científica que defiende que el desarrollo del cerebro humano a lo largo del tiempo se ha visto favorecido por el consumo de pescado, marisco, carne, huevos, nueces y semillas.
La teoría del «cerebro grande», que defiende una dieta equilibrada basada en carnes y grasas de alta calidad, es apoyada por expertos como Robin Dunbar, de la Universidad de Oxford. Esta teoría sostiene que el consumo de carne y alimentos ricos en proteínas y grasas Omega 3, como los pescados y mariscos, ha sido un factor importante en la evolución del cerebro humano.
En definitiva, la proteína animal forma parte de una dieta equilibrada. Y no solo eso, forma parte del tejido socio económico de muchas regiones del mundo y de la cultura y las tradiciones, formando parte de la sostenibilidad social y económica del planeta.
La piscicultura, considerada la ganadería acuática, ha demostrado ser de todas las ganaderías ser la más sostenible, contribuyendo a su vez a la conservación de la biodiversidad en los océanos y mares del planeta.
Es el reto de todos para las próximas décadas, no solo de la acuicultura: minimizar los desperdicios y maximizar la eficiencia en el uso de los recursos en todas las etapas de producción, distribución y consumo de alimentos.
Éste debe ser un objetivo básico para conseguir una producción de alimentos sostenible y resiliente, que puede adaptarse mejor a los cambios en las condiciones climáticas y a la creciente demanda de alimentos por parte de una población mundial en constante crecimiento.
La piscicultura, integrada dentro del sistema alimentario circular, también puede contribuir a la mitigación del cambio climático, a reducir la huella de carbono y a mejorar la resiliencia de los ecosistemas.