El Outlaw Ocean Project, los mismos que prendieron las alarmas sobre el trabajo forzoso de los Uigures (etnia compuesta por minorías musulmana y de habla turca que viven en el noreste de China en las instalaciones de procesamiento de productos del mar chinas), ahora se han puesto el foco en el abuso de los trabajadores norcoreanos en los procesadores de productos del mar chinos.
La famosa revista norteamericana New Yorker, en su versión online, publicó un artículo en colaboración con el Outlaw Ocean Project (OOP), donde muestran vídeos de la conocida red social Tik Tok donde se ve a empresas chinas que celebran el incremento en la producción y el aumento de sus ventas a importadores de EE.UU., entre otras medidas, debido a la “contratación” de mano de obra norcoreana. Sabemos, como bien lo explica este artículo, que los trabajadores son obligados a trabajar largas horas (16 horas) por poco dinero (por lo general cobra el estado de Corea del Norte) y están sujetos a abusos físicos y sexuales.
En 2017, después que Corea del Norte realizara operaciones nucleares y balísticas peligrosas, la ONU prohibió el uso de mano de obra norcoreana y, según la ley estadounidense, el uso de mano de obra norcoreana se considera trabajo forzoso hasta que se demuestre lo contrario. En respuesta a este artículo, varias empresas pesqueras importantes han suspendido sus relaciones comerciales con los procesadores chinos identificados en el informe.
Aunque China también debería colaborar con estas medidas impuestas por la ONU, se sabe qué hace todo lo contrario. En la región de Dandong, que es un famoso Hub de la industria China de productos del mar, en el 2022 habían más de 80 mil trabajadores de Corea del Norte. Aunque el gobierno de China oficialmente niega la existencia de estos trabajadores, es un secreto a voces que existen. Son fácilmente reconocibles por sus costumbres, uniformes y por la forma como son dirigidos. Remco Breuker, especialista en Corea del Norte de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, declaró: “Cientos de miles de trabajadores norcoreanos han trabajado como esclavos durante décadas en China y otros lugares, enriqueciendo a su líder y a su partido mientras se enfrentan a abusos desmedidos”.
El equipo de investigación de New Yorker y The Outlaw Project contrató investigadores en China y realizó encuestas anónimas a muchos trabajadores, especialmente mujeres. Aquí les dejo la transcripción de algunos testimonios que aparece en la revista: “Los trabajadores, todos ellos mujeres, describieron las condiciones de encierro y violencia en las plantas. Los trabajadores están retenidos en recintos, a veces detrás de alambres de púas, bajo la vigilancia de agentes de seguridad. Muchos trabajan en turnos agotadores y tienen como máximo un día libre al mes. Varios describieron haber sido golpeados por los gerentes enviados por Corea del Norte para vigilarlos. “Fue como una prisión para mí”, dijo una mujer. “Al principio casi vomité de lo mal que estaba y, justo cuando me acostumbré, los supervisores nos decían que nos calláramos y maldecíamos si hablábamos”. Muchas describieron haber sufrido agresiones sexuales a manos de sus superiores. «Decían que soy follable y de repente me agarraban el cuerpo, me tocaban los pechos, ponían su boca sucia en la mía y se mostraban repugnantes», dijo una mujer que transportaba productos en una planta en la ciudad de Dalian. Otro, que trabajaba en Jinhui, dijo: “El peor y más triste momento fue cuando me obligaron a tener relaciones sexuales cuando nos llevaron a una fiesta con alcohol”. Los trabajadores describieron que los retenían en las fábricas contra su voluntad y los amenazaban con severos castigos si intentaban escapar. Una mujer que estuvo en una fábrica llamada Dalian Haiqing Food durante más de cuatro años dijo: “A menudo se enfatiza que, si te pillan huyendo, te matarán sin dejar rastro”.
Muchos de estos trabajadores son engañados con promesas de salarios muy altos en comparación a lo que perciben en Core del Norte. Contratos que prometen salarios de alrededor de doscientos setenta dólares al mes, cuando por un trabajo similar en su país es de sólo tres dólares. Lo que no explican los contratos son los costos ocultos, las condiciones y los compromisos de trabajo de dos o tres años. Una vez en China, los directivos de las empresas confiscan sus pasaportes. Los trabajadores norcoreanos son obligados a usar uniformes diferentes para poder ser identificados y reconocer fácilmente si intentan escapar. Las jornadas de trabajo duran hasta dieciséis horas. Aquellos que se oponen o quejan saben que sus familias en casa pueden enfrentar represalias. Esto está ocurriendo, y son muchos los medios extranjeros que saben del peligro de hablar del tema en Chin, ya que pueden ser encarcelados por espionaje y/o expulsados del país.
Cuando escribía este articulo me preguntaba: ¿No creen que es hora que Europa también se haga eco de este asunto?; ¿No creen que deberían existir sanciones ejemplares de parte de la UE para evitar que esto se siga produciendo?; ¿Seguiremos comprando productos de China sin verificar que provienen de empresas que violan los Derechos Humanos? ¿Cuál es el límite aceptable? Para mi sorpresa, este martes de 5 de marzo la UE acuerda “la prohibición de entrada de artículos que provengan de trabajo forzado” y según el articulo del Eldiario.es “el foco está especialmente puesto en China”.
De acuerdo con la Eurodiputada portuguesa María-Manuel Leitao-Marques en el 2021 habían más de 27 millones de personas realizando trabajo forzoso u obligatorio. De acuerdo con la Eurodiputada Samira Rafaela ““esta ley es pionera en el campo de los derechos humanos. Impedirá que los productos del trabajo forzado entren en nuestro mercado.” De acuerdo con el diario digital Infobae del 5/3/24, el ministro de Economía y Empleo belga, Pierre-Yves Dermagne, cuyo país ostenta la presidencia de turno del Consejo de la UE, declaró «Es espantoso que en el siglo XXI la esclavitud y el trabajo forzoso todavía existan en el mundo. Este atroz crimen debe ser erradicado y el primer paso para lograrlo consiste en romper el modelo de negocio de las empresas que explotan a los trabajadores».