Un estudio liderado por investigadores del Departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Cantabria estima que el fraude afecta a más de 72.000 toneladas comercializadas (50 mil TM de pescado fresco y 22 mil TM de congelado) al año.
Los investigadores concluyen que este “fraude impacta y socava la confianza de los consumidores y pone en riesgo la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.”
Entre las prácticas desleales podemos mencionar:
- La sustitución de especies, vendiendo un pescado barato como si fuera más caro.
- Alteración la fecha de captura para dar apariencia de frescura.
- Incorrecta declaración del área de captura, afectando a la sostenibilidad y el origen de los productos que consumen.
El fraude o mal etiquetado se da en todos los formatos y en todos los puntos de venta: tiendas especializadas, cadenas minoristas y canal HORECA.
En España, el mayor porcentaje se da en el congelado y en la comida preparada: 20,6% y 20% respectivamente.
El centro de investigación sugiere medidas más severas que sirvan como disuasión para reducir este tipo de actividades. Entre los métodos sugeridos para una mejor regulación y seguimiento están las pruebas de ADN para verificar las especies y la trazabilidad digital desde el barco hasta el supermercado. Estas medidas ayudarían a promover prácticas de pesca más sostenibles y protegerían los empleos en comunidades costeras que dependen de este sector. Es importante vigilar el etiquetado correcto para evitar el fraude, y lograr un mercado más justo y sostenible.