Un excelente artículo del portal mispeces.com nos describe “el Futuro del Envasado de Pescado: Alternativas al Poliestireno Expandido”. En este artículo se muestra el cartón laminado con recubrimientos biodegradables como una alternativa para sustituir envases de plásticos; sin embargo, la experiencia nos dice que pasará un buen tiempo en que estos sistemas reemplacen el poliestireno expandido que sigue siendo más económicos y práctico.
Es un hecho aceptado por todos que “el poliestireno expandido en el envasado de productos pesqueros sigue siendo hoy en día la opción preferida debido a sus excelentes propiedades de aislamiento, resistencia a impactos y ligereza”. Estas características garantizan que el pescado se mantenga fresco durante el transporte, minimizando los daños en su manipulación. Sin embargo, con la entrada en vigor del Reglamento (UE) 2025/40, la viabilidad del poliestireno expandido en el mercado europeo es cada vez más incierta.
El reglamento mencionado obligará a las empresas que comercializan pescados y mariscos a sustituir el poliestireno debido a los desafíos medioambientales de este material. Se sabe que “su reciclaje no es económicamente viable en muchas regiones debido a su baja densidad y altos costes de recogida, lo que lo convierte en un contaminante persistente en los ecosistemas marinos.”
Si bien el cartón laminado con recubrimientos biodegradables, los bioplásticos y los sistemas de envases reutilizables están surgiendo como opciones viables, aún siguen siendo más costosos y requieren de mayores inversiones para su uso. Estos materiales, si bien generan beneficios medioambientales, también “suponen mayores costes de producción y requieren adaptaciones en logística y manipulación”. En algunas empresas se vienen usando estos envases como manera de diferenciación; sin embargo, la adaptación ha sido lenta debido a que le mercado debe asumir un sobrecoste que pocos están dispuestos a pagar.
La industria pesquera en España en particular viene sufriendo de una caída sostenida en el consumo dese hace más de 20 años, por lo que entiendo que, si bien se debe adaptar a las normas, primero debe velar por su sostenibilidad económica. Mientras se consigan proteínas de bajo costos con menos regulaciones ambientales esta tendencia será difícil de revertir. Sabemos que vender las virtudes del pescado centrados en la salud no ha sido suficiente para incrementar su consumo, y si ahora además le vamos a sumar otros costos que generan beneficios medioambientales, esta tendencia se podría agravar aún más.
Ahora bien, también es una realidad que la industria se debe adaptar para cumplir con los requisitos de sostenibilidad de la UE. Los fabricantes deben invertir en soluciones ecológicas escalables y rentables, mientras que los productores pesqueros deben planificar con antelación a la fecha límite de 2030 para mitigar riesgos de cumplimiento.